martes, octubre 03, 2006

Vente a Alemania, Pepe

Consuelo Rumí, secretaria de Estado para la Inmigración, señaló en declaraciones a la cadena SER, que las críticas en Europa a la política migratoria española han sido "minoritarias" y vinculadas únicamente a Austria y Alemania, países a los que "les cuesta entender la inmigración económica".

Rumí declaró que Austria y Alemania no tienen fronteras marítimas, mujer tan sagaz ¿alguien ha oído hablar alguna vez de la Armada Austriaca? y han tenido que hacer frente a inmigraciones terrestres vinculadas a refugiados y exiliados políticos pero "les cuesta entender" la inmigración económica que vive España.

Desde finales de los años cincuenta llegaron a Alemania infinidad de trabajadores a través de los llamados acuerdos de captación (“Anwerbeabkommen”). El país necesitaba mano de obra en abundancia y firmaron tratados de captación con países como Italia, Turquía, Yugoslavia y Marruecos.

La rápida recuperación económica, el llamado “milagro alemán”, es algo digno de mención. Piensen que los alemanes no pudieron pegar ojo del treinta y tres al cuarenta y seis, el sueño atrasado era el pan nuestro de cada día, y es sabido que cuando uno no duerme está de muy mala leche. Primero el animal de Hitler pegando alaridos todo el día, en mítines, por la radio; los linchamientos nocturnos a manos de los camisas pardas, si te pillaban en la cervecería explicando un chiste sobre el perro pastor de Goehring, te daban una somera paliza, si el chiste era sobre la cojera de Goebbels, te llevaban de convivencias. Luego vinieron las detenciones en masa, los bombardeos aliados y la solución final. El infierno en la Tierra.

Tras el conflicto bélico no quedó piedra sobre piedra. Para levantar el país, un puñado de lisiados, locos de atar por tanto horror vivido, mujeres destrozadas, ancianos y niños. En cosa de diez años, con tesón y voluntad y sin mirar nunca atrás, trabajando dos horas diarias de más sin cobrarlas, esa gente convirtió aquel montón de escombros en una potencia europea. A base de esfuerzo, poco a poco consiguieron olvidar la pesadilla en la que se vio sumida medio mundo por culpa de los monstruos de las trincheras de cuero, las botas de montar y la gorra de plato.

Mucha gente ya no recuerda que esta España que “hoy va tan bien” fue hasta hace relativamente poco un país de emigrantes, de gentes sencillas que huían de la miseria y del hambre. La señora Rumí parece haber olvidado a los miles de españoles que entre finales de los años cincuenta y hasta bien entrados los años setenta abandonaron sus hogares y se marcharon a Alemania en busca de una vida mejor.

Si bien es cierto que después de la Guerra Civil muchos se exiliaron por culpa de la brutal represión franquista, no es este el caso de la gran mayoría de los que conformaron esa segunda oleada migratoria.

Mi padre, José Martí, llegó con lo puesto en calidad de estudiante a la ciudad de Germersheim en el frío otoño del 61. Trabajó como albañil y dando clases de alemán, sin hablar una sola palabra del idioma, a unos currantes canarios. Mi madre le preparaba las clases por la noche y él las repetía como un loro al día siguiente. Un compañero denunció que mi padre no tenía ni pajolera idea de la lengua de Goethe y lo despidieron. Tras una breve estancia en Barcelona partió a Nagold, localidad cercana a Stuttgart, donde estaba trabajando mi madre. Allí hizo de jardinero y de operario en un taller y una cervecería. De allí a Bremen, donde se casaron. Habiendo mejorado mucho su alemán, mi padre dejó su trabajo en una lavandería y lo contrataron como corresponsal de una empresa de import-export y más tarde como calculador técnico en una empresa aeronáutica. Toda una hazaña.

Durante su estancia en Alemania conoció a otros españoles, casi todos de origen muy humilde, a los que ayudó a tramitar sus papeles, a buscar alojamiento o sencillamente a poderse defender en un entorno tan distinto al suyo.
Dudo mucho que esos individuos de americana de pana y boina a rosca llevaran en la maleta de cartón "El manifiesto comunista" de Marx y Engels o que tuvieran cócteles Molotov y una ciclostil escondida en la trastienda del Centro Español. Únicamente querían hacer dinero, a poder ser lo más rápidamente posible, para volver a sus pueblos y ciudades y comprar tierras de labranza, una modesta vivienda, un bar o un estanco.

Cierto es que hay que regular la inmigración y tratar de evitar a toda costa la llegada de ilegales, por el bien de ellos y por el nuestro, también es verdad que no se nos puede achacar a los europeos todos los males del Tercer Mundo, pero a veces pienso que hemos olvidado muy rápido.

No sólo algunos tuvieron que dejar España por motivos políticos, nosotros también fuimos los paquistaníes que reparten butano, los senegaleses que recogen fruta y las ecuatorianas que limpian pisos y despachos.


6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Bueno...¿Y las colonias de campesinos alemanes que se instalaron en Isla Cristina,Huelva?
¿Y los que poblaron la costa este de los USA?
¿Y los flujos "migratorios" hacia Chile y el Paraguay acabada la segunda Guerra Mundial?
¡Como si los alemanes nunca hubieran emigrado a ningún sitio!
Yo sigo siendo partidario de meter a todos los senegaleses en un avión y mandarlos a Bonn...para que sea de una vez un problema comunitario....

10:52 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

...¿y los que emigraron a Mallorca a finales del siglo XX para quedarse a gastarse la pasta, con sus yates, mansiones y campos de golf???

7:30 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Ya,ya...pues no hablemos entonces de los que emigraron al Levante español, que ni siquiera se gastan la pasta...
(¡Hasta el papel higiénico tiene que ser made in Germany!)
En serio, a mi me parece que lo de franceses y alemanes en este asunto sólo tiene una definición posible: CINISMO

7:48 a. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Creo que estamos tergiversando pelín el tema ¿Alemanes emigrantes? ¡A punta pala y desde tiempos inmemoriales!
Nadie dice lo contrario, yo mismo desciendo de suavos que se largaron a hacer las Europas por la hambruna que provocó la Guerra de los treinta Años. Los míos, siendo alemanes, han vagado por media Europa para procurarse los garbanzos. Estados Unidos se pobló con tropecientos mil alemanes que partieron al Nuevo Mundo en busca de oportunidades. Ya ve Ud., más emigrante que un alemán, difícil.
Los que poblaron Chile, Paraguay y Argentina después de la Segunda Guerra, más que por motivos económicos fueron en busca de fisioterapeutas sudamercianos que les desentumecieran el brazo de tanto tenerlo en alto.
Lo que me parece de pergrullo es que esa señora afirme que alemanes y austríacos no tienen ni idea de lo que es la emigración económica cuando Alemania ha acogido a millones de personas.
No seamos tan orgullosos cuando se nos menta que aquí las hemos pasado, y las seguimos pasando más putas que Caín.
Un poquito de por favor.
Y cambiando de tercio, gracias a los supermercados -economato-ultraeconómicos alemanes llegamos todos a fin de mes.
¿No me dirá que Ud. hace sus compras en Mantequerías Leonesas y en Vilaplana?
Follow the LIDL!

4:34 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo lo unico que digo es que la actitud Alemana y Francesa en este tema ha sido soberbia y cínica.
Y que los politicos españoles no han estado una vez más a la altura.Pues estamos de acuerdo; pero una cosa no quita la otra.
Y Alemania ha acogido a millones de personas cuando le ha interesado para su propio beneficio.Caso que no es este.Son dos tipos de migraciones diferentes y en circunstancias también diferentes.
Y estoy hasta el moño del milagro aleman: se sustentó en una inmensa ayuda internacional interesada en una alemania fuerte y estable frente a la amenaza del papaito Stalin.Una Alemania a la que no se hicieron pagar las cuentas del estropicio que aún tenía pendientes.
Y del Lidl lo mejor son las madalenas con extra greasy!!!
Un abrazo,

9:19 a. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Se nota que trabajas para una empresa alemana, esa inquina, cuanta germanofobia.
Amigo, ayudas externas muchas, pero los alemanes hemos pagado con intereses muy altos esa ayuda, y hemos contribuido sobremanera a los fondos europeos de los que España ha sacado jugosa tajada.
Seamos justos. Y da la emigración se aprovecha todo Dios,por supuesto que un país no acoge a gente por amor al arte, todo sea dicho. ¿O acaso les pagamos a los extracomuntarios sueldos justos y les ofrecemos los mejores trabajos?
Si el Rhin fuera navegable en cayuco, Alemania estaría llena hasta la bandera de subsaharianos.
Del LIDL lo mejor es la cerveza, duda cabe.

12:16 p. m.  

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