Más secos que la mojama
Hace meses que mi pareja y yo sufrimos en nuestras carnes la falta de agua.
Del grifo de la cocina sale un hilillo miserable, lo mismo en el baño, uno se ha de duchar agitando como un poseso el teléfono de la ducha.
Por la calle, algunas personas faltas de toda compasión, se ríen cada mañana de los espasmos de mi mano derecha y de mi peinado afro conseguido a base de capas resecas de champú y suavizante.
Los domingos y días de guardar nos lavamos con Xibeca, da brillo y vigor al pelo y es sanísima para la piel, y además es muchísimo más barata que el agua embotellada, un bien cada vez más preciado.
Lavar la ropa tampoco es tarea fácil, la lavadora no funciona por falta de presión, así que hay que hacer la colada a mano, a la antigua usanza. Empleas unas tres horas en llenar un barreño, y otras tres en aclarar los cuellos y puños de una camisa.
Mi mujer y yo hemos establecido un riguroso turno de guardias e imaginarias nocturnas para poder tener la ropa limpia, la carestía no es óbice para que uno vaya hecho un Adán.
Zidan Arruit, el marroquí del cuarto primera, llegó hace diez meses a bordo de una patera a la Península, observaba cada día desde la ventana de su cocina como nos dejábamos la piel frotando y enjuagando.
Transcurridas tres semanas se personó en casa y nos ofreció muy apesadumbrado dos paquetes de arroz, uno de garbanzos, dos latas de sardinilla y una botella de aceite de girasol del DIA.
- "Tomad, paisas, yo muy pobre, pero al meno tingo lavadora y tres tilivisión, cuando quiera puede mirá Mindial de fútbol en mi casa."
Qué difícil es encontrar hoy en día tan obsequiosos vecinos, cuanto se agradece en trances tan difíciles la hospitalidad bereber.
Nada de eso, resido en un piso sito en una de las mejores zonas del Ensanche barcelonés.
Pertenezco a eso grupo cada vez más numeroso de personas de edades comprendidas entre los veintimuchos y los cuarenta y tantos años, profesionales liberales cuyo nivel adquisitivo sólo les da para poder alquilar una vivienda de reducidas dimensiones. ¿Comprar? ¿Alguien dijo comprar? A nosotros lo único que nos da el banco es una libreta nueva cuando se agota la vieja, algún que otro bolígrafo de la entidad y un calendario cada Fin de Año.
La finca en la que vivo es propiedad del Seminario Conciliar de la Ciudad Condal, y puesto que la Santa Madre Iglesia siempre ha velado por los pobres y los desamparados, los precios de los alquileres son ligeramente más bajos que los totalmente abusivos que cobran otros administradores de fincas, Dios aprieta pero no ahoga.
A cambio la entrada se cae a trozos de pura humedad, en la última reunión vecinal aprobamos por unanimidad cultivar champiñones y criar mejillones en el hueco de la escalera para sacarnos unas perras extras; amén de que está eternamente a oscuras puesto que nadie se digna a sustiuir las bombillas fundidas. El portero, hombre generoso y de gran corazón, cambió en su día unas veinte pagándolas de su bolsillo, pero hace tiempo que desistió en su empeño, lleva 20 años enviando cartas reclamando el dinero al Arzobispado de Barcelona y todavía no le han contestado.
Para alegría de cuatro viudas nonagenarias que residen en el tercer piso y en el ático, el ascensor se estropea un día sí y otro también.
Los vecinos nos turnamos para bajarlas a la calle mediante el método sillita de la reina para que les de el sol y para hacerles la compra, por suerte a la hora de acarrearla muy escasa, son mujeres admirables, sencillas y frugales, que jamás derrocharían un céntimo de euro de las jugosas pensiones que reciben del Gobierno.
La escalera cruje bajo nuestros pies, la limpieza de la misma brilla por su ausencia y son constantes los cortes de luz y las restricciones de otros suministros.
El problemilla insignificante con el agua que citaba al principio es otro más de una larguísima lista.
Mi mujer y yo, por cuestiones higiénicas, decidimos cortarnos el pelo al cero, solución ideal para evitar la molesta visita de sarnas, piojos y chinches.
Por desgracia, nuestro generoso amigo Zidan, por razones que escapan a nuestra comprensión, huyó el otro día despavorido en cuanto vio nuestras cabezas rapadas.
Se encerró en su piso y se pasó toda la noche rezando Padrenuestros. Monseñor Bofarull le amplió el contrato a cinco años si abrazaba la fe católica.
Pasa unas tardes la mar de entretenidas estudiando el catecismo, en unos años hará la Primera Comunión, estábamos invitados, eso si se le pasa el disgusto de las cabezas rapadas.
El viernes pasado coincidí con la plana mayor del Seminario en un asador argentino, yo pedí el menú, ellos, haciendo honor al voto de pobreza, encargaron unos chuletones de dos palmos y varias botellas de Vega Sicilia. Me dirigí humildemente a ellos y les comenté la problemática con el suministro del agua, me prometieron que tomarían cartas en el asunto.
Lo felices que seríamos muchos mortales si desaparecieran del mapa todos aquellos indeseables que especulan y se llenan los bolsillos a manos llenas con un un bien tan necesario como es la vivienda.
Amén.
9 comentarios:
Salut, Renaud!
Comment ça va?
Merci beaucoup for your nice words.
À bientôt
Ivo
gracias Ivo por tus autopsias de la realidad.
El Oriolaco
¡Pintamonas! Dichosos los ojos.
¿Cómo estás?
¿Los tuyos?
¿Qué tal las vacaciones?
Tu blog no es moco de pavo.
Aprovecho este espacio para recomendar encarecidamente el blog de este Señor.
oriolator.blogspot.com
Fabuloso dibujante, todo un artista, en MAYÚSCULAS.
Un abrazo,
Hola rey! soy la compi de tu mujer, ya decía yo qu le veia raro en el pelo!!! oye genial, sigue así que nos has hecho sacar una sonrisa
susana
Si los curas comieran chinas del río, no estarían tan gordos los tíos jodíos.
Hola Susana
¿Qué tal todo?
Celebro el haber podido arrancarte una sonrisa, no se puede pedir más.
Por Àngels no te preocupes, le crece el pelo rapidísimo.
Nos vemos.
Un beso,
Ivo
Gordos, cebones y coloraos.
Tenías que haber visto a los del asador. ¡Con silla reforzada!
El alzacuellos en pura tensión, podían haber matado a alguien si sale disparado en plan boomerang.
¡A Dios rogando y con el mazo dando!
Para llorar, pero os conozco y sé que el agua llega al rio. Animo¡
Sois jóvenes y de cabeza dura.
Querido suegro,
gracias por los ánimos, jóvenes por supuesto, cabeza no se si mucha, pero somos de mollera durísima, reforzada a prueba de los collejones que por desgracia te depara la vida.
P'alante que somos de Alicante.
Un abrazo,
Ivo
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