lunes, febrero 12, 2007

La ventana indiscreta

Supongo que me aficioné a ver la vida a través de una ventana cuando pasé un par de meses en una incubadora.

No sé si guardará relación, pero me asfixian los sitios cerrados.
Los ascensores, los túneles, los andenes de metro y los pisos con las cortinas echadas.

De pequeño pasaba las horas muertas mirando una y otra voz los discos de instantáneas de mi viejo visor fotográfico.
Me encantaba sumergirme en ese universo de monumentos, paisajes costeros y colores imposibles tan parecido al mundo en el que se movían personajes como Tintín.
Podía viajar uno a los lugares más recónditos, vivir mil y una aventuras y enfrentarse a los malos sin salir de su habitación y sin sufrir percance alguno.

La primera vez que pisé un cine estaba aterrorizado, le tenía pánico a la oscuridad.
Incluso hoy en día soy incapaz de dormir totalmente a oscuras.
Me da pavor no ver absolutamente nada, no tener una referencia espacial, no saber si ha aumentado el tamaño de tus pies, si la habitación ha menguado o si tu cabeza ha cambiado de sitio.

Antes de acostarse les recomiendo enciendan una lamparita y tengan siempre un espejo a mano.
De no tomar estas precauciones, puede que la primera cabezada se torne en sueño de los justos y se levanten siendo interrogados por un señor barbudo de lo más afable cargado con un enorme manojo de llaves mientras su cuerpo descansa en un nicho no más grande que los nuevos pisos de protección oficial.
En la negrura todo es posible.

Como les iba diciendo, estaba despavorido en mi butaca cuando de repente se puso en marcha el proyector. Desde aquel instante mágico supe que todo iría a las mil maravillas si no dejaba de mirar por esa ventana.
Mis sueños nocturnos cambiaron y tomaron la forma de películas, para que engañarnos, malísimas la gran mayoría de ellas.
Allí no había cargas suicidas, ni peleas de salón, ni abordajes piratas, ni duelos al sol, ni guerras de tartas; por no haber, no había ni final feliz, puesto que el pase siempre se veía interrumpido por el inclemente despertador.

Las clases pasaban mucho más rápido si había alguna ventana a mano.
El profesor me increpaba a menudo porque no prestaba atención a la pizarra.
Un examen oftalmológico reveló que más que un problema de atención era una cuestión de punto de vista.
Los mirones impenitentes acabamos siempre dependiendo de un par de ventanas.
El llevar gafas no me arredró.
No hay día en que me asome de nuevo a la luz huyendo de la penumbra.

Casi nadie se atreve a abrir las ventanas de par en par, la gran mayoría prefiere vivir en una cámara frigorífica.
Lo que está muy en boga es atisbar por el ojo de la cerradura.
Espectadores de mirada torva que disfrutan con el fango, la inmundicia y las miserias propias y ajenas.
Se escudriña a plena luz del día sin ninguna elegancia, respeto o sentido del pudor, el término intimidad ha caído en desuso.
Lo chocante es que los más fisgones suelen ocultarse tras gafas de sol y cristales tintados.

Es preferible la claridad de los ventanales.
Aunque se cierren todas las puertas, siempre quedará un ventanuco al que agarrarse.
No dejen de mirar, y por lo que más quieran, no se les ocurra saltar.

6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

… a no ser que seas checo y estés de celebración.

6:03 p. m.  
Blogger zola ha dicho...

¿Miedo a la muerte estilo imperio?
¿Mal rollo Luis XV?
ja,ja
Bravo por habilitar el moderador de comentarios...¡Hacía falta!
Felicidades de nuevo por el blog!!

un abrazo
Gabi.

8:25 a. m.  
Blogger J.Álvarez ha dicho...

Palabras mayores...! Un clásico intemporal.

8:49 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo bajo cada 20 minutos del trabajo para fumar y creo que lo que busco es el espacio abierto.
pd.: sin ánimo de ser cenizo, me gustaba más el formato clásico del blog. De todos modos, si Billy el Niño asumió que Pat Garrett tuviera que matarle porque "times have changed" , yo asumo el nuevo diseño!

el gordo de minesotta

9:54 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Si continua abriendo tan generosamente las ventanas, se le abrirá, tambien, más de una puerta.

Precioso artículo!


Estrellita de San Juan

3:37 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Si, mirando por la ventana con la mirada curiosa, pero limpia conservando y respetando con recelo, elegancia y discreción la intimidad de las personas. Espero que muchos periodistas actuales, y no sólo los de la prensa amarilla (y también sus lectores y su público) tomen nota.

Me ha gustado mucho este artículo y volveré a ver con ilusión por enésima vez la Ventana indiscreta. Nunca me cansa.

Rübezahl

1:31 p. m.  

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