viernes, noviembre 03, 2006

La historia de Klaus Pavel

La magnífica ilustración que encabeza este pequeño relato es de mi gran amigo Oriol Roca, excelente dibujante e ilustrador. Tiene un fantástico blog donde pueden echarle un vistazo a sus fabulosas creaciones: http://oriolator.blogspot.com/.
Hace un par de semanas nos vimos y me sugirió la idea de acompañar de una breve naracción sus escalofriantes dibujos ambientados en la Primera Guerra Mundial, hete aquí la primera entrega, confío les guste.

Gracias por la idea, Uri.

Un fuerte abrazo, maese pintamonas, genio entre genios.

Me llamo Klaus Pavel.
Mi familia se ha dedicado durante generaciones a la cría de caballos.
Tenemos una pequeña finca cerca de Warendorf, los pastos son buenos, el paisaje es magnífico. Nuestros animales son el orgullo de la zona, nobles bestias de tiro, excelentes para el arado y la carga.

Antes de que estallara esta cochina guerra, ganamos durante cinco años consecutivos la exhibición equina de Gütersloh, mi padre rebosaba orgullo, la abuela siempre acababa llorando.
La gran mayoría de campesinos de la región acudían a nosotros, “cuando necesites un caballo, visita a los Pavel”, se oía decir a los hombres en la taberna, los tractores jamás podrán sustituir a tan espléndidos animales.
Las cosas no podían ir mejor hasta que ese maldito serbio asesino al Archiduque Franz Ferdinand.

Yo estaba en la escuela, estudiaba para bachiller, nuestro querido profesor Rath dijo unas bellas palabras. Nos habló del Kaiser, de nuestros hermanos austríacos y del orgullo de ser alemanes.
“Jóvenes, la madre patria les necesita, si fuera menester, den por ella hasta la última gota de su sangre, ningún sacrificio es demasiado grande, adelante muchachos, venzan o mueran”.

Al día siguiente, sólo levantarnos, corrimos a la oficina de reclutamiento, toda la clase se alistó.
Ingresé en el 18, madre dijo que estaba guapísimo a caballo vestido de uniforme. Me regalaron a Blitz, un excelente ejemplar de Mecklenburg, raza que durante muchos años ha servido fielmente a nuestra valerosa caballería.
Las chicas llevaban coronas de flores en el pelo y nos colmaron de besos, tabaco y chocolate.

Me llevaron al cuartel, limpiaba los establos, daba de comer, herraba y cepillaba a las bestias.
La instrucción no era muy dura, los compañeros amables, la comida buena.
Llegaban noticias del frente, mi hermano Herbert y dos de mis mejores amigos cayeron en Bélgica. Me volqué en mis tareas y decidí no pensar mucho en lo sucedido.

El cabo Bergner irrumpió en el barracón de madrugada, “equipo de campaña, nos vamos”, nada más.
Marchamos durante días, estábamos bien equipados y con el estómago lleno, había forraje para las cabalgaduras, no sufrimos ningún percance, la moral era alta.
Llegó el día, entramos en combate.
Trescientos veintiocho hombres al galope, en formación de carga, contra tanques y obuses.
Una auténtica carnicería, de todo el regimiento sobrevivimos veinte, el resto, jinetes y monturas, despedazados en el campo de batalla.

Se quedaron con nuestros caballos y nos enviaron a las trincheras.
No es fácil conservar la cordura rodeado de compañeros muertos y ratas, el hedor era insoportable, el constante silbido de las bombas no nos dejaba dormir.
Tampoco ayudaban las escasas raciones, una hogaza de pan moreno y dos cantimploras de agua por hombre y semana.
Llegó la correspondencia, en casa, gracias a Dios, todos estaban bien, Katcinsky se lanzó como un loco contra las líneas enemigas cuando se enteró de que su mujer había vendido la granja y se había fugado con otro hombre.

Ayer se presentó un correo, el alto mando decidió premiar a los valientes soldados con ración extra, habían sacrificado a nuestros caballos, mi querido Blitz en manos de un matarife.
No sé que sucedió, recuerdo verme con la bayoneta calada, el mensajero estaba en el suelo cubierto de sangre, mirándome sorprendido con los ojos muy abiertos.

El juicio fue muy rápido, me ajusticiarán al alba, algunos hombres comerán caliente mañana.


8 comentarios:

Blogger Paulo Trigueiro ha dicho...

Mucho interessante usted criar una história a partir da visão de un alemão.

yo espero ansioso la próxima.

5:29 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Muy bueno Ivo, y muy buena la idea de Oriol! He visitado su web y me han gustado mucho sus dibujos. ¿Dónde se podrá ver la historia + las ilustraciones?

nos vemos en el holandés!

5:47 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Salve, Valium.
Esto ha sido sólo un pequeño avance.
Si nos ponemos los dos, el dibujando y yo escribiendo, en breve saldrán más cosillas. Te mantengo informado.
El tío es un genio del lápiz.
Nos vemos en Drunky Dutchy.

Un abrazo,

Ivo

6:05 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

chapeau !
sois unos genios

suerte y birras !

dani

6:32 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me ha gustado la historia, ánimo pero te sugiero que alguna vez les des un tono mas alegre todo lo que escribes aunque crítico, mordiente, sagaz, me deja con una pena en el alma.

Todos los días sale el sol.

11:25 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Este pequeño relato magníficamente ilustrado denuncia con lucidez, sensibilidad y siempre huyendo de la grandiloquencia las locuras y miseras del patriotismo ciego y sordo.
Me vienen a la memoria las palabras del escritor suizo Dürrenmatt "Cuando unos gobernantes se llenan la boca de patriotismo se disponen a preparar una matanza en masa"
Espero con ilusión más de lo mismo

2:16 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Bom dia Paulo,
Como vai?
Tudo bem?
É muito gentil.
Obrigado.
En breve la próxima historia.

Prazer em conhece-lo.

Ivo

4:05 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Querido Ivo:

El relato es magnífico. También me ha encantado el final que es lo más difícil.
Un abrazo.

4:02 p. m.  

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