viernes, octubre 27, 2006

En respuesta a un amigo

Anoche, un querido amigo, excelente conversador con el que debido a nuestra absoluta disparidad de criterios discuto muy a menudo, expresó durante la cena su desacuerdo con mi penúltimo artículo, “El fabuloso mundo del circo”.

Es un tipo puro de firmísimas convicciones que defiende a capa y espada sin desviarse un ápice, algo harto encomiable en esta sociedad actual donde triunfan chaqueteros, traidores y correveidiles.
He de admitir mi admiración por esta clase de individuos tan férreos, yo creo a pies juntillas en el beneplácito de la duda, nada es blanco o negro, hay un inmenso crisol de matices.

Le pareció fuera de lugar mi visión, cito textualmente, exagerada y fatalista, de la política catalana, y de brocha gorda el que conminara a la gente a que votara a un partido de amigos de la cerveza.

Puede que en mi condición de apolítico convencido, apátrida por educación y por convicción, desciendo de exiliados, me considero mestizo de pura raza y todo lo relacionado con himnos, banderas y cuestiones nacionales me da mucha grima, no sea la persona más adecuada para desgranar la situación actual de la política catalana.
No seré yo quien diga lo contrario, pero fueron el desencanto y la creciente tensión que se respira día a día, los que me indujeron a escribir este artículo.

Si algo distinguió durante años a nuestros políticos del resto de hombres públicos españoles, fue su corrección. Chanchulleros y facinerosos lo han sido desde tiempos inmemoriales, eso es algo inherente al gobernante, pero antes jamás perdían las formas ni los modales, eran ladrones de guante blanco.

Desde el tripartito y la cuestión estatutaria impera la ley del más fuerte. Cuanto más zafio, fachendoso, chulapo y pinturero, mejor.
A diario se intercambian lindezas, se injurian , acusan y agreden, incluso físicamente.
Poco importa la ciudadanía y sus problemas, ahora sólo interesa demostrar a cualquier precio que partido tiene razón.
Se ha abierto una grieta insondable entre la gente de a pie y los gobernantes.

La distancia entre la clase política y el grueso de la sociedad catalana ya se hizo evidente en el bajísimo índice de participación en el referéndum del Estatuto.
Creo, puedo estar muy equivocado, que el día uno sucederá tres cuartos de lo mismo, la gente preferirá honrar a sus difuntos, ir a ver el Tenorio o dar buena cuenta de una bandeja de panellets antes que depositar su voto en una urna.

Pero eso tampoco hará reflexionar a los representantes de los distintos partidos políticos, seguirán en sus trece, jactanciosos y soberbios, aferrados a su actitud infantil, con una venda en los ojos, tirándose los trastos a la cabeza a la vez que urden pactos peregrinos para poder seguir en el poder.

Y mientras ¿A nosotros quién nos representa?

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

yo estoy totalmente de acuerdo contigo IVO, y obviamente sabes que voto siempre al partido cervecero y al de los pintores de brocha gorda !

arriba Damm !

Dani

6:40 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Comparto vuestra visión que lamentablemente no es fatalista, sino realista, y ¿por qué motivo despiertan tantas risas las descripciones caricaturescas de los políticos del artículo? Piqué tenebroso como Christopher Walken (parece que lleve una magnum escondida), Mas arengando con soflamas populistas y con una autocomplacencia y seguridad de si mismo que demuestran que hay gato encerrado, etc. etc. etc. Y ver estas cosas es humano y la gente lo comenta en la calle, no se siente representada por estas personas y menos cuando arman jaranas innecesarias y como decía el artículo dejan en el cajón los asuntos más calientes (vivienda, precariedad laboral, sanidad, integración de la inmigración) cuando no lanzan propuestas ofensivas, por no decir fascistas, como la patraña de los puntos al inmigrante que tiene que apuntarse a ONG's o estudiar filología catalana para conseguir ayudas, mientras los guripas de CiU van administrando Cataluña como si fuera su finca. Para mi el tripartito ha sido un desaguisao, pero por lo menos entre más personas, más democrático, cuando estaba Pujol, esto era más como una immensa masía del "Senyor" y de sus hijos, sobrinos y amigos, y todo el pueblo eran los masoveros; de todas formas no votar no me parece una buena idea, yo votaré o a los hippi-verdes, o al desaborío cordobés o si se tercia, ¡al partido de la Cerveza! Un abrazo

8:34 p. m.  

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