Mascletà
No basta ser húngaro para hacer cine, pero ayuda bastante
Michael Curtiz
No basta ser valenciano para hacer cine, hay que tener talento
J.A. Bardem
Su delicada salud impidió a Luis García Berlanga asistir al merecidísimo homenaje que le rindió la Academia de Cine, la misma de la que es fundador y presidente de honor y que ayer quiso celebrar los 55 años de Bienvenido Mister Marshall, una de las cintas más emblemáticas de la historia del cine español.
Don Luis nació en 1921 en el seno de una familia acomodada de Valencia.
Soñador, señorito anarquista, vago vocacional, erotómano, dotado de unos cristalinos ojos azules con zoom para las señoritas, dueño de una cabeza de senador romano, grande de España, autor de algunas obras maestras de éste y otros siglos.
Multiquerido, multipremiado, multicopiado.
Un genio anda suelto.
La impronta valencianísima está muy presente en su filmografía plagada de astracanadas, situaciones esperpénticas, personajes grotescos (Don Pablo, el alcalde de Villar del Río; Mauro, el indigente al que se le aparece San Dimas; Benigno, el rastrero hijo de Quintanilla, el de las serrerías; Paquito Yepes, el niño cantor; José Luis Rodríguez, de enterrador a verdugo para conseguir un piso; Jaume Canivell, empresario catalán dedicado a los porteros automáticos; Limeño, el acoquinado torero republicano), patetismo, regodeo, ferocidad, pesimismo y candidez a partes iguales.
¡Pura mascletà!
Hablar del cine de Berlanga es hablar de larguísimos planos secuencia (ni Orson Welles en Sed de mal) y de las interpretaciones corales de los portentosos actores de reparto (nunca secundarios) que desfilaron por nuestras pantallas entre los años cincuenta y setenta del pasado siglo (Pepe Isbert, Manuel Alexandre, Luis Ciges, Agustín González, Antonio Ferrandis, Emma Penella, Elvira Quintillá, Luis Escobar, José Sazatornil, Xan das Bolas, José Orjas, Chus Lampreave, Juan Calvo, Laly Soldevila…)
Sus películas, mediterráneas, excesivas y barrocas están plagadas de sabañones, de miseria, de desinfectante, de familias hacinadas en pisos minúsculos, de lentejas con piedras, de curas despiadados, de motocarros, de infortunados molidos a palos morales, de bandas desafinadas, de sucedáneo de café, de notarios y banqueros implacables, de niños cosidos a pescozones, de funcionarios maleducados, de paellas populares, cestas de Navidad y jamones, de aristócratas en franca decadencia…
Para poner guinda a este homenaje al gran Berlanga y acabar con buen pie La Cremà, nada mejor que algunas incendiarias declaraciones del maestro.
Pesimismo
"Al tercer día de nacer ya me estaba cagando en la sociedad española.
Siempre he tenido la sensación de que no iba a tener nada positivo, y he intentado crearme válvulas de escape.
La principal es el erotismo, una de las pocas cosas que me asciende desde el nivel del barro y de la mierda de esta sociedad que me ha tocado...
Dice Piccoli que soy el Quijote.
¡Tendría que ser el marqués de Sade!
Hasta la Guerra Civil yo era un solitario total, no tenía amigos.
Tenía la fantasía estúpida de querer ser invisible.
Luego llegó la contienda y tuve que salir de casa.
En el 36 yo tenía 15 años.
Y a los 13 ya sabía qué pasaba en España, porque mi padre era diputado republicano y mi abuelo había sido senador con Sagasta...
Mi familia era una familia de políticos, y con ellos supe que la política era una cagada, como todo..."
Crispación
"Era evidente que desde que ganó el Frente Popular se produjo en España una crispación espantosa, y yo veía eso desde mi sitio de solitario.
Era una crispación tan grande como la que hay ahora, pero ahora nosotros estamos vacunados contra el fusil y contra la trinchera, pero todo se parece mucho".
La Guerra Civil
"La viví maravillosamente, si se puede decir así.
Había persecuciones, muertes, pero, fíjate, en medio de aquel caos yo sentía que estaba viviendo unas largas vacaciones.
Descubrí qué eran los amigos, aprendí a encontrar felicidad en los libros...
Mi padre, republicano, pudo huir a Tánger, pero allí lo apresó Franco.
Y le pidieron la pena de muerte.
Fíjate, hubo dos divisionarios de la División Azul, Luis Ciges y Luis García Berlanga, y los padres de ambos eran diputados de Unión Republicana, el de Ciges había sido gobernador en Ávila y mi padre era diputado.
Al de Ciges lo fusilaron los franquistas y mi padre tuvo que huir tanto de los franquistas como de los anarquistas.
Lo que es la vida".
La División Azul
"Fui porque me lo pidió la familia, porque mi padre estaba con petición de pena de muerte.
Pero en realidad lo que me motivó a ir fue una chica.
Yo estaba enamorado de ella, creí que estando en la División Azul se quedaría prendada de mi valor; no me mandó ni una carta y se hizo novia de mi amigo más íntimo.
Me lo pidieron: 'A lo mejor sirve para que conmuten la pena a tu padre'.
Nunca disparé un tiro, jamás maté a nadie.
Me pusieron a vigilar en una torre vigía pero no veía nada y me inventaba las cosas. Hacía un frío intenso y a lo que temía era a Drácula...
No, no entendí la guerra.
Si no he entendido la vida, ¿cómo voy a entender una guerra?
La guerra es una complicación de la vida.
No sirvió para nada ir a la División Azul.
Para conseguir la conmutación de la muerte que recaía sobre mi padre hubo que pasar por el estraperlo de la muerte.
Había dos personas, un médico de los ojos y una hermana suya, que cobraban ese estraperlo.
Mi padre tenía una fábrica de electricidad y una finca.
Lo vendimos todo y le salvamos la vida, pagando".
Los otros
"He trabajado con muchos: Bardem, Azcona, López Vázquez, Alexandre...
Alfredo Landa dijo de mí lo que mejor me define: 'Berlanga es un hijo de puta con ventanas a la calle, pero si me llama, siempre me tendrá a su lado'.
Se hacen amigos míos, pero en los rodajes me odian...
Con Azcona dejé de hacer guiones y eso ha hecho que dejemos de vernos; nos juntábamos para buscar ideas...
No nos vemos porque ya no se hacen tertulias, la ciudad está llena de coches.
Con Azcona siempre hubo una amistad profunda, y se nota cuando nos hemos visto de nuevo, aunque estemos cagándonos en la vida mutuamente".
¡Feliz fin de semana!
7 comentarios:
Es curioso. Los valencianos alardean a menudo de su carácter alocado,fiestero y surrealista y el rancio PP (de Zaplana, Camps o quien sea en las alcaldías ) sigue obteniendo allí -y ya casi en ningún otro sitio - unas mayorías absolutas aplastantes.
Era un comentario al vuelo que no tiene mucho que ver con su , por cierto, excelente artículo.
¡Che!
Pero hombre de Dios, aquí también.
No perdonan ni una.
No se me obsesionen con los temas políticos.
Rendía pleitesía al gran Berlanga, y por extensión al pueblo valenciano, al que adoro con locura.
Mi querida suegra es valencianísima.
Puedo asegurarle que el alardeo no es tal, pásese usted por fallas y verá lo chalados (cariñosamente) que están.
¡Alabado sea Bruno Lomas (puro Xàtiva, grandísima ciudad)!
Saludos cordiales,
Ivo
"Plácido" me parece la mejor película española, con permiso de "El verdugo" y las de Buñuel, que era el otro gran genio de nuestro cine. Y "Plácido" tiene el mejor plano secuencia del cine español y uno de los mejores del cine mundial, con permiso también de "Sed de mal".
Un saludo desde el Canibalibro, amigo Ivo.
El blog, cada día más gris. Solo salen viejunos y fachas.
Lo borrarás, lo sé.
Saludos cordialísimos,
Subsana Estrada
Queridos amigos del Canibalibro, totalmente de acuerdo.
"Plácido" es una obra maestra de principio a fin, sin desmerecer otras películas de Berlanga ("El verdugo", "Los jueves milagro", "Calabuch").
En "Plácido" se nota la influencia de ese maravilloso cine italiano de posguerra que tanto le gusta a Berlanga.
Le marcaron profundamente las primeras películas de Fellini, a quien siempre le unió una buena amistad, a pesar de que declarara que su filmografía era un ladrillo a partir de "La dolce vita". Especialmente intragable le parecía "Ocho y medio" (pienso igual).
Buñuel es otro fuera de serie.
Claro que las películas que más me gustan son las de su etapa mexicana (tremendas).
"Subsana", únicamente borro los comentarios que entran en la descalificación y el insulto.
Me soprende su afirmación.
"Viejunos" aarecen en este blog desde su inauguración.
Fachas, alguno que otro.
Imposible que no salgan en un blog que a veces repasa el pasado y actualidad de nuestro país.
Los viejunos y los fachas pueden resultar de la más divertido.
Mire usted la última reunión de dinosaurios del búnker en el Valle de los Caídos (hilarante Blas Piñar).
¿Y Fraga? ¿No le resulta gracioso?
Berlanga, a pesar de lo avanzado de su edad (86 primaveras), es una risa de hombre.
Sinceramente, se me antojan mucho más aburridos los jovencillos monosilábicos medio lelos abducidos por el móvil el Hi-Pot,
Va a gustos.
Cordiales saludos,
Ivo
Qué infeliz comentario el que llama fachas a los viejos. El cine de Berlanga es un milagro.
Seguro que a la anónima le gusta Tarantino y vota al PSOE porque son socialistas, ya... yo diría socialistos, pero en fin.
No conocía los comentarios de Berlanga. Agradezco la información.
Tengo un amigo griego que se ha vuelto loco con Berlanga. Y lo más sorprendente es que se rie cuando toca. Tengo entendido que en Grecia tienen a su Landa y a su López Vázquez, lo que pasa es que ese cine nunca ha ganado Cannes.
Mira este video de Xiotis, un intérprete legendario de bouzouki, ¡el más rápido! Verás que el cine mediterráneo tiene una entidad indiscutible.
http://youtube.com/watch?v=CCRYUJPiMyM
digo yo que se podrá ser alocado (tonta palabra) y del PP. Vamos, que en realidad hay que tener cierto carácter alocado, o descerebrado, justamente para ser del PP. Qué obsesión.
Para Berlanga, sólo puedo sentir admiración.
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