Klemens von Truschinsky
En la calle Bleibtreu (Permanece fiel) del centro de Berlín, en el barrio de Charlottenburg y justo al lado de la famosa Kurfürstendamm, Klemens von Truschinsky regenta desde hace diez años una diminuta y elegante tienda (http://www.von-truschinsky.im-netz.de/) de calzado sólo para caballeros, hecho a mano.
Allí uno puede encontrar las mejores marcas y ser asesorado por un gran especialista (y todo un caballero) para ir a ras de suelo como Dios manda.
Y no es que von Truschinsky sea familiar mío, sino que es uno de los enigmáticos personajes que aparece en la última novela del monarca de Redonda, Javier Marías, ‘Veneno y sombra y adiós’.
Sin duda alguna el gran acontecimiento literario de las letras españolas de este otoño (y eso que ha habido contrincantes muy serios):
la Feria de Frankfurt que tuvo como invitada a la cultura catalana y la concesión del Premio Planeta (dotado con 600.000 euros) ha sido la presentación en sociedad de este tercer y último tomo de la novela de Javier Marías ‘Tu rostro mañana’.
La crítica española ha sido unánime en señalar que se trata de una obra maestra, la obra cumbre de uno de nuestros mejores novelistas, que como monarca de la isla de Redonda, se convierte en el primer jefe de estado candidato al Premio Nobel (Winston Churchill siempre tuvo por encima a la reina Isabel).
Como muy acertadamente ha afirmado Félix de Azúa “la voluminosa parte final de la trilogía de Marías es, creo yo, un ejemplo de literatura artística con la máxima exigencia, pero sin la menor pretensión de encerrarse en un territorio especializado, ese que antes se llamaba literatura de experimentación. […]
La novela de Marías debería indicar a los más escépticos que es posible la máxima ambición literaria unida a la más lúcida y simpática mirada sobre lo popular.
Y que, con mucho esfuerzo y talento, se puede demostrar su fraternidad, su mutua necesidad.”
Así, siguiendo la tradición de Cervantes y Sterne, Gogol y Flaubert, Conrad y Bernhard, entre viaje y viaje para promocionar su novela, Javier Marías contesta desde su casa en el centro de Madrid a nuestras preguntas (malintencionadamente) centroeuropeas y balcánicas.
Max von Czernowitz: Ocho años instalado en una misma ficción son muchos años.
¿No se lo han reprochado amigos y familiares?
Javier Marías: No.
Los impacientes por leer esa ficción han ido haciéndolo en 2002 y 2004, cuando publiqué ‘Fiebre y lanza’ y ‘Baile y sueño’ [los dos primeros volúmenes de la novela].
Por otra parte, no suelo dar la lata a los demás con lo que estoy escribiendo.
Quiero decir que no hablo del contenido de la obra, ni vivo las veinticuatro horas del día obsesionado con ella.
Cuando cierro la máquina de escribir soy un ciudadano normal e incluso afable.
Es posible, incluso, que esté más tranquilo mientras escribo una novela que cuando no estoy trabajando en ninguna.
MVC: Guillermo Cabrera Infante decía que últimamente le llenaba más una buena película vista en casa en DVD que la lectura de una novela.
¿Le pasa a usted lo mismo?
JM: A veces.
Depende de la película y de la novela.
Lo que sí ocurre es que, mientras uno escribe la propia, y más en un caso tan prolongado como el de ‘Tu rostro mañana’, a uno no le quedan muchas ganas de ponerse a leer tras varias horas de escribir, y resulta más apetecible descansar viendo cine. También las lecturas suelen tener alguna relación con lo que uno está escribiendo, y uno lee pocas novelas ajenas.
Para mantener la tensión y el esfuerzo de una obra tan larga, hay que llegar a creerse, además, que la que uno tiene entre manos es la única novela existente.
Por supuesto, es una ilusión que, por fortuna, se desvanece en cuanto uno pone el punto final.
MVC: En ‘Tu rostro mañana’ aparecen personajes con posibles orígenes rusos o checos, eslavistas que trabajan para el Servicio de Inteligencia británico, gitanas rumanas (o bosnias o húngaras), canguros polacas, además de referencias a Bela Lugosi, los rusos que participaron en la guerra civil española, el pueblo checo de Lídice, la batalla de Mohács…
¿Es lo que conocemos los españoles de esta parte de Europa?
JM: Pues no.
Yo conozco mucho más.
Y, por otra parte, conocer Lídice o Mohács no es muy frecuente aquí.
En cuanto a los personajes (canguro, gitana, etc.) simplemente forman parte del actual paisaje español, y si aparecen en la novela es por cuestión de verosimilitud, o, como decía Barthes, son meros “efectos de lo real”, sin mayor trascendencia.
Pero conozco bien la literatura y la música de los llamados países del Este, y entre mis compositores favoritos contemporáneos está el húngaro Miklós Rozsá, del cual creo tener casi toda su discografía, como también tengo la obra completa de Bruno Schulz, Gombrowicz, Miskiewicz, Pushkin, Gogol, Bely y tantos otros.
MVC: ¿Conoce usted alguna de las capitales del centro o este de Europa (Varsovia, Praga, Budapest, Zagreb)?
¿No se ha agarrado nunca cual borracho a una farola praguense (como don Juan Benet)?
JM: No, y quisiera conocerlas.
Sólo una vez estuve de visita en Berlín Este, hacia 1978.
Quiero decir que aún era otro país (luego he estado varias veces más, pero ya no es lo mismo que entonces, claro está).
MVC: Dejando a un lado los clásicos rusos y polacos (Gogol, Turgueniev, Tolstoi, Gombrowicz) y los austro-húngaros (Roth, Schnitzler, von Rezzori), que sabemos que admira, ¿qué autores del centro y este de Europa ha leído? ¿Danilo Kiš?
JM: Sí, he leído a Kiš y es una lástima que muriera tan joven.
También a Bernhard, claro está, a Kundera, a Škvorecký, a Hrabal, algo a Tišma y a Zagajewski.
Me alegra ver que sigue siendo, tanto la centroeuropea como la del Este, una literatura de gran riqueza.
Entre los menos famosos en Occidente, conozco al húngaro Szentkuthy, un muy interesante autor al que se ha hecho poco caso.
Y a Esterházy, y a Simić…
En fin.
Esto parece un examen.
MVC: Nos viene a la memoria un sentido artículo suyo sobre el Sarajevo de la última guerra.
¿Cómo vivió usted esa guerra?
¿Ha hablado mucho con su amigo y colega Arturo Pérez-Reverte sobre ella?
JM: Arturo Pérez-Reverte suele hablar poco de sus experiencias como corresponsal de guerra.
De vez en cuando hace alguna referencia breve, pero supongo que, por un lado, le duele recordar, y, por otro, no desea “presumir” de conocer la guerra de cerca.
En términos generales sí hablamos de esas cosas, y en el tercer volumen de ‘Tu rostro mañana’ hay un personaje, Tupra, que le debe alguna idea a conversaciones que él y yo hemos tenido cuando quedamos a cenar.
La Guerra de los Balcanes y la situación de Sarajevo las viví con la angustia de cualquier persona que asistía, aunque de lejos, a matanzas monstruosas, como casi no se recordaban en Europa, y veía que nadie estaba dispuesto a hacer nada.
Y que los líderes occidentales se pasaron media guerra o más charlando amigablemente con los responsables de las matanzas.
Es algo que uno, si puede (y en Occidente se puede, claro está), prefiere olvidar. Algunas de las cosas que se contaban recordaban demasiado, eso además, a la Guerra Civil Española, que ni siquiera mi generación, que no la vivió, ha sido capaz de olvidar enteramente.
MVC: Sabemos de su admiración por ‘La caída de Constantinopla’ de Sir Steven Runciman.
¿Hay alguna otra lectura de una batalla moderna que le haya fascinado?
¿El ‘Stalingrado’ de Antony Beevor?
JM: No sólo admiro ese libro de Runciman, sino todo cuanto escribió.
Hace poco logré hacerme con un ejemplar de uno de sus libros más difíciles de encontrar y más desconocidos: ‘A History of the First Bulgarian Empire’.
Y sí, claro que el ‘Stalingrad’ de Beevor, al igual que su ‘Berlin, the Downfall’, me parece un libro extraordinario.
Es un verdadero maestro en el arte de contar el horror sin subrayarlo, sólo a través de los hechos bélicos.
MVC: ¿Vio usted jugar a Puskás y otros húngaros que aterrizaron en España después de la Revolución de 1956 (sobre todo en el FC Barcelona)?
¿Qué recuerdo guarda de su juego?
JM: Sí, recuerdo bien a Puskás, a Kocsis, a Kubala, a Czibor, e incluso a Kaczas o Kacsas, que estaba en el Español.
Escribí un cuento sobre uno de ellos, ficticio, claro está, y es uno de mis cuentos que prefiero [En el tiempo indeciso, incluido en el volumen ‘Cuando fui mortal’.]. Recuerdo, asimismo, a un extremo del Sevilla que se llamaba Szalay, a otro jugador del Español apellidado Szolnok, a un interior del Betis, Kuszman.
Qué se habrá hecho de ellos.
Puskás era extraordinario, y eso que llegó al Real Madrid ya algo mayor y algo gordo. Pero era de una rapidez para el disparo portentosa, y contundente como he visto a pocos.
También me gustaba mucho Kocsis, gran remateador de cabeza, y Czibor, un extremo izquierda de gran elegancia.
No sé qué pasa, para que haga tantos años que en Hungría no salgan jugadores como esos.
Echo de menos al Honvéd y al Ferencváros, apenas si hoy los vemos jugar.
MVC: Mil gracias por haber atendido nuestra llamada.
Maximilian von Czernowitz
1 comentarios:
Lo de las trilogías es una pesadez y además tiene un punto pedante/vanidoso inaguantable. Que escriba libros de 300 páginas - o si quiere hasta cuatrocientas - que ya dan de sí. Dónde va con 1.700 páginas, hombre. Que la gente quiere leer más cosas. Y además, com partes tan espaciadas que no te acuerdas de la anterior.
A Marías se le perdona justificadamente porque es un genio, pero como cunda el ejemplo (hace poco tambien lo hizo el Sr.Casavella), vamos apañados.
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