El última aliento
Aquejado de un cáncer de garganta, se negó a que le extirparan el tumor para no dañar uno de sus bienes más preciados, sus cuerdas vocales.
A pesar de la terrible afección, de las pintas de puretas ochenteros de los músicos que le acompañan, y del infame sonido AOR (ese detestable teclado supliendo a toda una sección de viento), resulta impresionante la entereza, la soltura y el savoir faire de este gigante del entretenimiento.
¡El espectáculo debe continuar!
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