lunes, junio 18, 2007

Mis terrores favoritos


Los niños padecen y experimentan numerosos miedos, normalmente pasajeros.
A pesar de haber rebasado la treintena, no he superado algunos de esos temores pueriles.
Me asustan los túneles, las monjas, los ascensores, la oscuridad y las nanas.

Hasta pasados los 18 años viví en un piso de renta limitada de la Caja de Pensiones.
La vivienda formaba parte de un conjunto de edificios enormes, grises y deprimentes. Un hormiguero de ladrillo y cemento.
Los ascensores, tres por planta, eran inmensos.
En cada planta había tres pasillos, y en cada pasillo diez puertas.
Entre planta y planta había un piso plagado de pequeñas habitaciones que servían de guardamuebles.
Disponían de dos montacargas enormes y de una extensa red de escaleras.

Durante mucho tiempo tuve pesadillas recurrentes en las que soñaba que recorría interminables corredores y era incapaz de encontrar la puerta de mi casa.
Más tarde descubrí que mis dos hermanos tenían ensueños similares.

Algunos vagabundos y drogadictos burlaban la vigilancia del conserje (un tipo calvo, desagradable y rastrero) y pasaban la noche en alguno de los numerosos habitáculos de las plantas destinadas a trasteros.
De niño pasé muchas horas jugando entre todos esos cachivaches, fisgoneando, ensuciándome con fruición y eludiendo las rondas del portero (a quien imaginaba vestido de uniforme de la SS) y rogando porque no me soprendiera ningún mendigo o yonqui con aviesas intenciones.

Más que esos moradores furtivos (puede que se tratara de una leyenda urbana que corría por el inmueble, pues lo cierto es que jamás me topé con ninguno), lo que realmente me daba pánico eran los incontables perros que había en el bloque.

El peor de ellos, el maquiavélico chucho faldero de un vejestorio que tenía la curiosa costumbre de teñirse el pelo de violeta.
La maldita rata esperaba agazapada o escondida tras un arbusto para ladrarte o intentar morderte los tobillos.
Un bichejo diabólico.

Recuerdo también un dogo inmenso, cuyo dueño era un señor diminuto que lucía una perilla de profesor despistado (parecía sacado de una entrega de Tintín).
A menudo fantaseba con la imagen del canijo vestido de vaquero y subido a lomos de su perrazo.
Si coincidía con ambos salía por piernas, pues el pequeñajo no tenía ningún control sobre esa bestia que podía arrancarte alegremente la cabeza de un bocado.

He superado con creces mi fobia a los perros.
Cuanto más conozco a los hombres, más cariño les profeso a las fieras.

La visión a temprana edad de dos películas terroríficas donde las monjas juegan un papel decisivo (las magistrales Vértigo y Narciso Negro), unida al furibundo anticlericalismo de mi señor padre, me inculcaron un profundo temor a las religiosas.

Mi hermano Max (quien también escribe en este blog) no puede evitar reprimir un helador grito de espanto cuando se topa con un grupo de ellas por la calle.
Según él, las peores son las que gastan cofia blanca con alerones, pues además vuelan.

Aunque hago denodados intentos, soy incapaz de dormir totalmente a oscuras.
Me aterroriza no ver absolutamente nada, no tener una referencia espacial, no saber si ha aumentado el tamaño de tus pies, si la habitación ha menguado o si tu cabeza ha cambiado de sitio.

Pero el primer puesto en mi lista de todo aquello que me provoca desasiego lo ocupan las nanas.
Se me ponen los pelos como escarpias ante su simple mención.
Espeluznantes canciones.

Revivo con el corazón en un puño esos aterradores segundos en que bajaba el brazo del tocadiscos y empezaba a sonar…

¡NANA MOUSKOURI!
¡Apiádate de nosotros, Señor!
¡Esas melodías relamidas, ese don par las lenguas, esas blusas vaporosas, esas gafotas!
Sus engoladas cancioncillas fueron la banda sonora de las Navidades que pasábamos en Alemania en casa de mi abuela.

Mi progenitor también es aficionado a los gorjeos de la griega.
Desde que abandoné el redil familiar no he vuelto a saber de ella.

Hace unos días me di de bruces con una grabación suya de mediados de los años sesenta.
La filmación sirvió como eficaz terapia de choque.
Me he reconciliado con uno de mis temores de infancia.

¿Quién dijo miedo?

13 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Maldigo el día en que la monja se subió al campanario! ¡Aún tengo pesadillas con esa imagen! Uno que es reaccionario, conservador y monárquico aboga por la escuela pública y laica (cosmopolita) y por el embargo de todas las escuelas religiosas del país y la deportación de sus siniestros habitantes.

10:17 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hablar así de la iglesia es no entender a España, pues como mero acervo cultural y sentimental del país, la religiosidad se antoja parte indisociable de nuestro país.
Y lo digo yo, que me considero republicano, marxista, internacionalista y climático.

Jürgen

10:34 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Narciso negro obra maestra absoluta ....
Nórdica con todas las virtudes que ello conlleva.

Lo del chucho con el tupé teñido de lila, desternillante. Me pregunto si es cierto

Pere

10:39 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Y dale con el infiltrado escandinavo marxista climático.
¿Grouchista?
¿Adicto al aire acondicionado?
¿Nórdica?

No estamos hablando de un tostón dreyeriano, Sr. mío.
"Ordet" es gris y en blanco y negro, "La Pasión de Juana de Arco", prístina y sordomuda.
Grandes coñazos del séptimo arte.
"Black Narcissus" es pura locura, pasión destructiva.
Una obra que adeás de lirismo destila sano cinismo y mala leche.
Un nórdico jamás hubiera conseguido insuflarle esa dosis de arrebato y frenesí.
La clave: el binomio Powell (estilo y humor inglés, cuidada puesta en imagen) y Pressburger (judío pesimismo austrohúngaro, descreída elegancia centroeuropea).
Londres es Londres, capital de capitales.
Oslo no es Budapest, Estocolmo no es Viena, Helsinki no es Praga.
¿La ha diñado ya el pesao de Ingmar Bergman?
¿Para cuando un artículo sobre el magnífico Anton Walbrook?

12:39 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Herman, condenas impresiones, que, aunque poco documentadas y acaso infantiles, son subjetivas y válidas.

Cuan taxativamente se tacha de aburridos a quienes suscitan tesis docturales a mansalva, considerados por no p
ocos como el no va más.

Este comportamiento me recuerda al del Instituto Ramon Llul con Vila-Matas, Javier Cercas o a Eduardo Mendoza. Si no escribes en catalán, no te aceptamos. Aquí hace las veces, si no glorificas el mediterranismo, ahí te pudras.

Reconozco hablé mucho con desconocimiento y por boca de ganso, así que

¡Me voy a la montaña, a leer y a meditar!

Un abrazo,
Pere

1:24 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¿A quien se interpela para que escriba sobre Anton Walbrook?
¿Por qué motivo?

1:52 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Medite, medite a gusto.

Y urda en la soledad de la montaña un buen plan para acabar con los nacionalsocialistas del Institut Ramon llull.

Lo peor de todo, disquisiciones políticas y lingüísticas aparte, la morterada que se han gastado de dinero para tamaña gilipollez.
Fondos de los contribuyentes que se hubieran podido destinar a las necesidades reales de los catalanes.
Un despropósito.
¡Indignante!
Si Juan Marsé no es catalán, barcelonísimo, guinardoniano y gracienco, ¿de dónde cojones es?

Respecto al tema escandinavo me mantengo en mis trece,
ni una sola película buena ha salido de esas frías tierras
A-B-U-R-R-I-D-Í-S-I-M--A-S.
¡
Viva la U.F.A.! ¡Y Sig Ruman!
¡Alabado sea Lubitsch!
¡Corona de laurel para Wilder!
¡Muerte a Pipi Calzaslargas!

Un abrazo,

Herman

2:04 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Muy buenos días,

Anton Walbrook (soberbio actor de origen austríaco) apareció en algunas de las mejores películas de Powell-Pressburger:

"Paralelo 49", "Vida y muerte del coronel Blimp", "Las zapatillas rojas",¡Oh...Rosalinda!

¡Soberbio!


Un abrazo,

Ivo

2:12 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Parece admirable la trayectoria profesional del austríaco Anton Walbrook.
Su vida personal, como la de Wilde, para él sea.

Un abrazo,

Emilio

4:04 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Excepcionales también las incursiones de Herr Walbrook en las impresionantes películas del refinadísimo Max Ophüls:
"La Ronda" y "Lola Montes".
¡Imprescindibles!

4:53 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Apreciado Ivo,

Tus conocimientos en cine se antojan ilimitados o, cuanto menos, tu agilidad en el acceso a fuentes.

No obstante, a mi refinado y británico sentido del humor no escapa, que tus recomendaciones no están hechas a la brava, sino que encierran una malicia e intencionalidad maquiavélicas, con el pernicioso objetivo de suscitar las risas de los lectores del blog a mi costa, y cuestinar mi enjundia XY y otros menesteres.

¡Por favor, quien iba a ver "Lola Montes" o "La Ronda"!

Por razón de ello regreso a mis oraciones en alta montaña hasta que, de nuevo, se atisbe ni que sea un pequeño conato de moralidad en tus sureños escritos.

¡Así sea!

Pere

5:21 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Estimado Pere,

nada más lejos de mi intención que los atentos lectores de este blog se descajuaringuen de o con usted.

Recomiendo de nuevo las películas antes citadas, por mi madre y mis ancestros silesianos.

Añado además "Madame D" (deliciosa), "La signora di tutti", "De Mayerling a Sarajevo" y toda su obra americana: "Carta a una desconocida", "Atrapados" y "Almas desnudas" (en estas dos, James Mason está soberbio).
Algunas de ellas se encuentran fácilmente en duviduvi.

Lléveselas a su refugio arcádico y verá la luz, mon ami.
Se convertirá en un sofisticado urbanita y dejará de lado las bostas de vaca, las manos callosas de cortar leña y la fiebre del heno.

Déjese de rezos y pásese a Herr Ophüls.
Un par de discos de Dean Martin tampoco le sentarían mal.
¡Aleluya!

Saludos cordiales,

Ivo

5:51 p. m.  
Blogger lucas quejido ha dicho...

¡Aquí Mouskouri está incluso guapa! Qué más puedo pedir... son tres fetiches para mí: una griega (omorfes kopelles!), arte africano y "black coffee". Sólo en los sesenta se podían mezclar las tres cosas. Los setenta sentaron muy mal a mucha gente.
En cuanto a Dreyer, no creo que nos tengamos que abrir las venas. A mí me gusta Dreyer, Ophüls y "Narciso negro". ¿Falta de criterio? ¡NO!

4:21 a. m.  

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